Este es mi tercer curso en la Academia, han sido tres años, tres experiencias distintas, cada una, con el mismo objetivo, seguir en el infinito camino del Yoga y su expansión. El primer curso, fue descubrir, romper los esquemas de antiguas tradiciones y entregarme a lo nuevo, a fluir. El segundo curso, fue conocer un nuevo amor, del cual, hasta el día de hoy, estoy perdidamente enamorada, el Aero Yoga. Esta formación me trajo la seguridad y confirmación de que lo estaba haciendo bien, de que estaba entregando de forma correcta, teniendo errores por supuesto, las herramientas necesarias a mis alumn@s, poder verles sonreír durante la práctica, gozarla y superarse cada día, es un regalo que la vida me da todas las clases. Ahora estoy cerrando el tercer curso, Profesora formadora de Profesores, con sólo escribirlo me siento grande, orgullosa, como de un momento a otro llegué hasta aquí, aprendiendo más cada día, puliendo detalles, esos que finalmente lo hacen TODO. Tengo una gran responsabilidad que me llena de esperanza, finalmente, venimos de un linaje, una escuela, donde la finalidad es crear profesores para que el Yoga se expanda y llegue a todos los territorios, y en eso estoy. Cada clase práctica ha sido un constante aprendizaje, las chicas me entregan práctica a práctica todo lo necesario para crecer y entender desde la humildad y el cariño, lo que es enseñar Yoga, me muestran cómo cada día se aprende algo nuevo. Puedo ver en sus caras y en su energía como agradecen algo que preparé con amor y pensando en su bienestar. Gocé cada preparación, cada duda y aclaración, cada detalle a corregir, cada estilo nuevo. Estoy en ese punto, donde ya, a pesar del trabajo, disfruto lo que hago, y eso me hace profundamente feliz, debo ser de ese pequeño porcentaje que eligió trabajar en lo que ama. Este es el fin de un ciclo, pero el comienzo de otro mejor, es que siempre es así y espero que así permanezca, creciendo, mutando, evolucionando y buscando el disfrute constante de la vida, a eso vine y eso es lo que voy hacer.