El Profesorado sin dudas ha movido y removido muchas cosas durante este año, en el que han pasado muchas cosas que dudo que sean al azar, he ido tomando consciencia de aquellos lugares de mi cuerpo que dolían o duelen, y he podido ir escribiendo y verbalizando experiencias que sólo estaban revueltas en mi mente. Y por consecuencia, han pasado cosas fuertes, sobre todo en mi relación con mi familia de origen porque he dado lugar al observar, al sentir y al expresar. En este sentido, creo que la práctica me ha otorgado mayor consciencia de mí misma, y me ha permitido tratarme con más cariño y respeto de lo que antes lo hacía, me ha permitido tomar un lugar de dignidad al que antes me era muy difícil acceder. En cuanto al cambio físico, noto que ha aumentado mi flexibilidad, fuerza, respiro mejor, noto que mis narinas están mucho más despejadas gran parte del tiempo. También he mantenido un estado de salud constante durante el año. De modo no tan intencional he realizado muchos cambios en mi alimentación, porque el cuerpo me ha ido señalando qué cosas consumir y cuales dejar, y me he sentido mejor con respecto a eso. Otro aspecto importante, es que los módulos, las prácticas, y sobretodo mis compañeras, se han convertido en una especie de refugio del covid, el trabajo, y el encierro en los días donde sólo quería rendirme. Tuve muchos días en los que veía los mensajes de las chicas y podía tener una sonrisa, o que luego de una práctica virtual me podía sentir con la energía para enfrentar un nuevo día o incluso descansar mejor. Creo que, para mí el haber compartido a ratos las frustraciones, los temores y las alegrías con las chicas fue un soporte importantísimo durante todo el periodo, que se convirtió en un aprendizaje importante, admiro mucho a todas mis compañeras y profesoras, y eso me da esperanza en los días difíciles